viernes, 21 de noviembre de 2014

Entrañable tarde entre amantes de la lectura

 
 



¿Os acordáis de mi maratoniana jornada de Sant Jordi?
Fue increíble. Todo el día arriba y abajo, firmando aquí, firmando allá. De los eventos que he vivido a lo largo de este intenso 2014 que ya se acaba, ese es uno de los que guardaré en los archivos mentales de mis recuerdos con mayor cariño.




La primera librería que pisé aquel 23 de abril fue Santos Ochoa, nunca lo olvidaré. Ahí conocí a la encantadora Montse Blanca Juárez, administradora de su Club de Lectura, y enseguida supe que nos íbamos a llevar bien. Fue ella la que me habló del Club y me comentó que los miembros eran mujeres, en su mayoría, pero no porque no pudiesen participar hombres, sino porque a ellos les cuesta más animarse con este tipo de eventos, algo que he podido comprobar en varias ocasiones. Montse me explicó que un jueves de cada mes se reunían para hablar de un libro determinado, debatirlo, leer párrafos en voz alta y dar cada una su opinión. Y de vez en cuando organizaban, además, presentaciones de autor. Fue ella misma la que me invitó a dar a conocer mi novela Pasión en Marrakech en una de esas convocatorias tan especiales, propuesta que, dicho sea de paso, acepté de inmediato.





El día elegido fue el jueves, 13 de noviembre de 2014, a las 19,30 horas. Una tarde entrañable.


















Tal y como había vaticinado Montse, no lo viví como una presentación propiamente dicha, sino como una charla entre amigas y amigos (ese día participaron hombres, ¡doy fe!), una estupenda reunión durante la que se habló de la pasión, del erotismo; de la represión, de la rigidez católica en algunos sectores de la alta sociedad; de la cultura marroquí, de las costumbres de nuestro país vecino, tan cercano y la vez tan lejano; del contraste entre la pobreza más extrema y el lujo; del aborto, de la vida... y un sinfín de temas más que de un modo u otro están presentes en Pasión en Marrakech y llaman a la reflexión.






 
 
 
Todo ello en medio de un ambiente que rezumaba calidez familiar, calidad cultural, amor por la lectura y...
Pasión por la literatura, en definitiva.
 
 
 
 
Quiero dar las gracias a todos los que estuvisteis apoyándome, escuchándome y compartiendo vuestro valioso tiempo conmigo (personas conocidas, unas, y otras desconocidas, que ya no lo son); a los fotógrafos espontáneos que surgieron por doquier (y con especial afecto a Víctor Pérez Moreno); y por supuesto a Nelly, la dueña de la librería Santos Ochoa
 

 
 
 
Pero sobre todo quiero transmitir mi agradecimiento a Montse Blanca Juárez, no sólo por concederme la oportunidad de participar en su Club de Lectura como autora invitada, sino también por leerse Pasión en Marrakech con tanto interés, desmenuzándola, analizándola en profundidad. Saltaba a la vista que había disfrutado de su lectura y supo trasladar al público ese sentimiento con toda la pasión que la propia novela rebosa.
 
Fue genial, Montse, mil gracias.
 
 
 

 

 
 
 
 
 

sábado, 8 de noviembre de 2014

Sabadell, testigo de mis pasiones



 
Siento un gran cariño por Sabadell.
La primera vez que pisé su asfalto fue en el año 2003. Me habían ofrecido ejercer como psicóloga en un centro médico de ese municipio de Barcelona y acepté de inmediato, a pesar de la distancia. Quien me hacía la propuesta era un buen amigo, confiaba en él, y tenía el presentimiento de que todo iría bien.
 
 

















Mis amigos y conocidos creyeron que estaba loca. Para cumplir con mi mini jornada de dos horas diarias debía coger el autobús y el tren, tardaba noventa minutos en ir, y otros tantos en volver. No hice caso a nadie. A pesar de las múltiples advertencias, sólo presté atención a mi intuición, que me decía con insistencia que sí... y que sí.
  
Creo en las señales. En cuanto bajé del FGC y caminé rambla arriba, aquella primera tarde, supe que no me había equivocado. El lugar era precioso. Percibía las buenas vibraciones a cada paso que daba. Se oían las campanas de la iglesia, se respiraba calma, nada de estrés... y tuve la impresión de que Sabadell poseía el encanto de un pueblo combinado con las ventajas de una ciudad. En apenas unos días pude comprobar que estaba en lo cierto.
 
Fue pasando el tiempo y cada vez estaba más contenta. Mis compañeras eran estupendas, el jefe un encanto, el sueldo más que razonable, y el ambiente en el lugar de trabajo inmejorable.



 













Y eso que lo mejor aún estaba por llegar...

En esa época yo era un alma solitaria que a pesar de haber pasado por un divorcio, seguía creyendo en el amor. Una tarde las chicas y yo supimos que teníamos un nuevo compañero de trabajo y... ¡zas! Cupido hizo de las suyas, y me atravesó el corazón. Así fue. En ese centro médico de Sabadell sucedió el milagro y comprendí de inmediato por qué mi intuición me había llevado hasta allí. Conocí a mi hombre, el único, el verdadero, ese que ahora es mi marido y ha cambiado por completo mi visión de la vida, del amor, de la pasión... ¡y de tantas otras cosas! Ni él vivía ahí, ni yo tampoco. Fue el destino el que hizo que se cruzaran nuestros caminos. Por eso le tengo tanto cariño a Sabadell, testigo mudo de íntimas confidencias, intercambio de miradas furtivas y... besos apasionados.


 



























En el 2006 y por voluntad propia dejé mi empleo de Sabadell, no por estar descontenta, sino porque no podía seguir con ese ritmo. Trabajaba en otro centro por las mañanas, en Barcelona, y resultaba agotador. Apenas me quedaba tiempo para atender a mi hijo, y mucho menos para escribir. Sin embargo, fueron tres años estupendos y los repetiría con los ojos cerrados.

 

Este verano, mientras cubría una suplencia en ese mismo centro médico, se me ocurrió acercarme una mañana a la Llar del Llibre de la calle Sant Antoni a preguntar cómo iban las ventas de mi Pasión en Marrakech. La respuesta fue positiva, y enseguida me ofrecieron hacer una presentación ahí, si quería. ¡Acepté encantada! Y acordamos concretar la fecha y otros detalles a partir de septiembre.
 
Dicho y hecho. Montse fue la encargada de guiarme en la organización del evento, que tuvo lugar hace tres días.





















 
 
En efecto, el pasado miércoles, 5 de noviembre de 2014, presenté mi novela Pasión en Marrakech en La Llar del Llibre. Era una típica tarde de otoño y empezaba a refrescar, pero yo ni me enteré, porque la calidez con la que me acogió Sabadell, una vez más, no me permitió sentir frío en ningún momento, al contrario, me ardían las mejillas de satisfacción.
 
 

Tuve la suerte de ser presentada por mi buen amigo y compañero de letras Francesc Rovira Llacuna (como en la primera ocasión, en La Font de Mimir de Barcelona, ¿os acordáis?). Escritor, crítico, abogado y profesor en Atrium Literario, taller en el que participé durante un tiempo.



La gente se fue dejando caer por la librería con calma, sin ninguna prisa, en un goteo diminuto pero incesante. Había numerosas caras conocidas aplaudiendo, animando... y alguna que otra desconocida que pasaba por allí y no logró evitar rendirse a la pasión. 
















 
 
 
No tengo más que palabras de agradecimiento para el personal de La Llar del Llibre por su amabilidad y profesionalidad; a Francesc Rovira Llacuna por aceptar acompañarme de nuevo; a Ediciones Tombooktu por estar ahí, al pie del cañón; a Farida, por las estupendas fotos hechas con su magnífico iPad (tengo que modernizarme a nivel tecnológico, lo sé, lo sé...); a mis queridas antiguas compañeras de trabajo y amigas, que vinieron con sus novios, maridos, hermanas... ¡gracias, chicas! Sois geniales; a las que deseaban venir pero no pudieron, gracias también, porque la intención es lo que cuenta. Y un millón de gracias a todos los asistentes, en general, porque la presentación de un libro no sería tal sin público.

 













En Sabadell encontré la pasión hace diez años, y yo se la devuelvo ahora con creces, porque si mi corazón no estuviera tan lleno como está de ese poderoso y mágico sentimiento capaz de mover montañas no hubiera podido escribir una novela como Pasión en Marrakech.
 
 
Gracias, Sabadell.

 
 


¿Escritora en crisis?

Estoy en crisis, me digo a mí misma. ¿Por qué? Me pregunto, iniciando una especie de monólogo interno absurdo. Porque aún no he empezado la ...