lunes, 3 de diciembre de 2018

Frigiliana, cautiva de Los ojos de Saïd






Hacer una presentación en Frigiliana siempre será un orgullo para mí, además de un honor, y un privilegio. Lo fue con mi primera novela, lo ha sido con mi tercer libro, y lo será con todos los que espero escribir y publicar a partir de ahora. No solo porque el frigilianense es un público cariñoso y entregado como he visto pocos, sino también por los lazos sanguíneos que me unen a este bello pueblo malagueño.






En Frigiliana está mi origen y el de mis antepasados. Frigiliana es la dueña de un sinfín de recuerdos de mi infancia y adolescencia. Y en Frigiliana nació la escritora que llevaba dentro, aun sin saberlo, cuando corría con mi cuaderno y mi bolígrafo a esconderme en la escalera por la que se subía al terrao de la casa de mis abuelos paternos. Precisamente esa entrañable imagen de mí misma sentada en un escalón, con mi libreta apoyada en otro, deslizando la pluma por sus páginas, oculta del bullicioso ajetreo veraniego, arañando unos instantes de intimidad a solas conmigo y con mi manía compulsiva de plasmar la vida por escrito, fue mi inspiración para darle nombre a este blog —Un cuarderno en la escalera—cuando lo creé, hace tan solo seis años.






La cita era en la Casa de la Cultura, en la cuesta de El Apero, a las seis de la tarde de un sábado, 24 de noviembre. Llegué un rato antes, para colocar los libros y preparar el piscolabis que tendría lugar al finalizar el acto. Conté con la inestimable ayuda de mi tía Carmela, de mi prima Carmina y de Carmen Cerezo, la Concejala de Cultura.





Acerca de Carmen debo decir que creo que está haciendo una labor estupenda para promover la cultura, ingeniándoselas de mil maneras para animar a los frigilianenses a abrir su mente a este tipo de actos. Preparar con ella esta presentación ha sido muy fácil. Accesible, cercana, resolutiva. Se quedó conmigo en la mesa mientras yo desgranaba mi apasionado discurso acerca del cómo, cuándo y por qué de Los ojos de Saïd, y mientras respondía a las preguntas de un público entusiasta.







Solo tengo palabras de afecto para todos vosotros, los que estuvisteis presentes, escuchándome y arropándome. Y soy consciente de que gran parte de mi familia no pudo asistir por un motivo justificadísimo: La llegada de Alejandra, nuestra nueva primita, que decidió venir al mundo ese fin de semana, justo el mismo que Frigiliana quedó cautiva de Los ojos de Saïd. Un nacimiento siempre es motivo de alegría, me siento honrada por tan feliz coincidencia. ¡Enhorabuena, Ángela y José Manuel!





Mi especial agradecimiento a Carmen Cerezo, Carmela Montilla, Carmina Ramírez, Marina Cabeza, Carmen Agudo, José Antonio González, Olga López y un largo etcétera. ¡Gracias a todos los asistentes!

GRACIAS, una vez más, FRIGILIANA.









sábado, 17 de noviembre de 2018

LOS OJOS DE SAÏD en Frigiliana






Presentación y firma de ejemplares de

LOS OJOS DE SAÏD

Sábado 24 de noviembre de 2018 

a las 18h 








Casa Del Apero

Cuesta del Apero, 12


Frigiliana (Málaga)








Habrá picoteo y brindis al finalizar el evento.

¡Os esperamos a todos!








domingo, 2 de septiembre de 2018

LOS OJOS DE SAÏD: Mis lectores opinan




«Cálida,tierna y muy apasionada historia. Como siempre Mar Montilla,nos regala una historia,con una narrativa cálida y locuaz en sus descripciónes.Nos lleva paso a paso,en la historia con una ternura infinita,dejándonos ver diferencias,que solo existen en nuestra Sociedad,el Amor artífice de todo se impone logrando pasearnos por todos los desaciertos,pasiones,rencores,y más.... Llegando al final con un gran Amor! Fabulosa.»

MIRIAM





«Maravillosa. Recomiendo leerla porque es una novela llena de muchos sentimientos y mucho amor. Narra la historia de dos parejas, por un lado de Alicia y Nadir, todo pasión y diversión y por otro lado la de Sara y Saïd, donde fluye el verdadero amor.
Nos relata perfectamente las diferencias y obstáculos que hay entre las dos culturas y te hace vivir intensamente la novela. No puedes dejar de leer hasta terminar. Se nota las emociones y sentimientos de la autora. Preciosa novela que hay que leer y recomendar.
Felicidades Mar, es un placer leerte.»

MARÍA JIMÉNEZ






«Preciosa historia, ¡me ha encantado! 
Nuevamente Mar Montilla nos seduce con su escritura, con una novela basada en dos parejas con culturas diferentes, con una trama llena de sentimientos, amor, pasión, sexo y diversión, con obstáculos que donde hay amor se pueden superar.
Felicidades Mar!!!

LOLI ZAMORA 





«Preciosa historia llena de sensualidad y sensibilidad. Decir que me ha encantado esta novela es poco. Es una historia preciosa que te lleva a lugares tan exóticos que te envuelven literalmente. Además, he aprendido muchísimo de la cultura árabe gracias a ello. Sus costumbres, sus formas de ser, sus tradiciones... Una cultura tan lejana y cercana a la vez, pero de la que sabemos tan poco. Los personajes están tan bien definidos que resultan inolvidables, los diálogos verosímiles, y además está escrita con una sensibilidad y una sensualidad alucinantes. Está tan bien, resulta tan bonito, que no puedes parar de leer y siempre que vuelves al libro tienes la sensación de querer quedarte. Es una novela con tanta materia, tiene tanto en su interior que es mucho más que una novela romántica. Esta escritora escribe de maravilla, la verdad.»

READING GOOD BOOKS























miércoles, 16 de mayo de 2018

Finales felices






Personas de mi entorno que han leído Los ojos de Saïd, novela que a pesar de su reciente publicación, escribí hace unos cuantos años, me han preguntado si el argumento sería el mismo si la hubiese escrito ahora. No he sabido qué contestar. Confieso que tampoco sé qué responder cuando alguien me comenta que caigo en los tópicos y que mis finales son demasiado idílicos. Mi primera reacción es quedarme muda, algo que no siempre implica que no esté de acuerdo, sino que necesito meditarlo. Aprendo más de quien se atreve a hacerme una crítica honesta, aunque no sea buena, que de quien se esfuerza en decirme lo que sabe que quiero oír. Una crítica constructiva puede resultarle de gran ayuda al escritor —o aprendiz de— que desea pulir su estilo y enriquecerlo con cada nueva humilde aportación al mundo de las letras. 




Aun así, no soy de reacciones rápidas. Analizo todas las opiniones que recibo acerca de lo que escribo, positivas y negativas. Le doy numerosas vueltas. Entro en debates conmigo misma. Me planteo viejos conflictos: —¿Qué pesa más, lo racional o lo emocional?—. Por fin, después de una larga retahíla interna que reivindica su liberación externa, me atrevo a exponerlo por escrito, a modo de reflexión, como haré ahora.






Quienes me conocen de verdad, saben que no soy una persona banal, ni lo son mis escritos. Suena contradictorio, me doy cuenta. ¿Cómo otorgarle cierta lógica a lo que trato de expresar? En mis textos se cuelan experiencias y estados de ánimo, ya lo sabéis. No puedo, ni quiero evitarlo. Si no lo hiciese así, no sería yo. La que garabateó las primeras anotaciones que darían paso a lo que luego se convirtió en Los ojos de Saïd era una mujer —enamorada hasta los tuétanos— que no sabía nada de Marruecos, ni de los marroquíes, ni de sus costumbres, ni de su religión. Era una Mar cándida que, absorbida por la serenidad de una mirada de ojos negros, tiró del hilo de ese sentimiento, y se dejó arrastrar por él tanto en su propia existencia, como sobre el papel. Después, la imaginación hizo de las suyas, y el destino también. 




Como no tenía prisa, la trama fue tomando forma a medida que pasaba el tiempo, a la par que se consolidaba su historia, la verdadera, la que transcurría en el mundo real. Más tarde, esa Mar viajó en repetidas ocasiones a Marruecos, un país que se le quedó prendido en el alma, cuyas múltiples contradicciones la cautivaron por entero. De ahí se trajo la semilla para Pasión en Marrakech que, como todo aquel que la ha leído sabe, es un torbellino de felicidad, sensualidad y erotismo, fruto de la vorágine de sensaciones en las que ella misma estaba sumergida en esa idílica etapa de su vida. Esa Mar todavía creía en los finales felices. Estaba firmemente convencida de su existencia. Se sentía fuerte para hacerle frente a cualquier obstáculo, en la realidad y en la ficción, porque tenía claro que el broche de oro iba a ser un hermoso final. Un final feliz. Imprescindible. Irreversible. Insustituible.  

   



Ingenua para unos, inocente para muchos, niña adulta para otros. A menudo no soy ni lo primero, ni lo segundo, ni lo tercero. Pero es cierto que, en algunas ocasiones, lo soy todo a la vez. Escribo con la misma pasión que amo y vivo. Me entrego en cuerpo y alma, incluso cuando invento esos finales felices que anhelo para mí misma. Así soy yo. Transparente. Desnuda. Expuesta. Ningún «as» bajo la manga.





Tanto Pasión en Marrakech como Los ojos de Saïd pintan las cosas más bonitas de lo que en realidad son, en efecto. ¿Y qué? Están escritas así a conciencia. Son novelas. Es ficción. La vida no es una novela, demasiado bien lo sé. ¿Pero por qué no darnos el gusto de vez en cuando de leer —y escribir— historias que nos desconectan de nuestra verdad y nos transportan a un universo paralelo en el que los finales felices son posibles?






En cuanto a si Los ojos de Saïd sería lo que es si la hubiese escrito ahora… La respuesta es no. Un NO rotundo. Ni siquiera existiría. Por otra parte, aun a riesgo de contradecirme una vez más, me alegro de haberla creado cuando lo hice, ni antes ni después. Me alegro de que exista, y de que sea tal y como es. Estoy segura de que ha cumplido la función de cerrar un ciclo de mi evolución —como escritora y como persona— que dará paso a un estilo diferente, más maduro.






 


¿Escritora en crisis?

Estoy en crisis, me digo a mí misma. ¿Por qué? Me pregunto, iniciando una especie de monólogo interno absurdo. Porque aún no he empezado la ...